Cielo rojo:* la pretensión de ser escritor
Luis García Orso, s.j.*
Recepción: 5 de octubre de 2024
* Christian Petzold, Roter Himmel (película), Anton Kaiser y Florian Koerner von Gustorf (productores), Schramm Film Koerner & Weber, Alemania, 2023 (color, 102 min.).
** Profesor de Teología en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México; miembro de la Comisión Teológica de la Compañía de Jesús en México y miembro de signis (Asociación Católica Mundial para la Comunicación). lgorso@jesuits.net
Dos jóvenes amigos, Leon y Felix, llegan en carro de Berlín a la costa norte, junto al mar Báltico. Pasarán unas semanas del verano en una casa de campo, junto al bosque. Leon quiere terminar de escribir una novela, y Felix prepara una carpeta de fotos para ingresar a la escuela de Arte. Desde el principio notamos lo diferentes que son ambos: Felix es delgado, ágil, extrovertido; Leon es fornido, adusto, malhumorado, nada práctico. No sabemos qué los une en amistad, más que el interés por aprovechar el verano en un lugar tranquilo. Pronto las diferencias se hacen más notables: Felix quiere disfrutar al máximo los días soleados y la playa; Leon se vuelve más quejumbroso y poco sociable, y no se ve muy dedicado a la escritura de su trabajo.
Las cosas se complican cuando, al arribar a la casa, los restos de comida y la ropa en una habitación indican que hay una huésped desconocida a la que también le prestaron el lugar. Y todavía más cuando, al llegar la noche, los gemidos de relaciones sexuales en la habitación vecina exasperan a nuestro protagonista escritor y aumentan su malestar. Pronto empezamos a suponer que Leon no está muy interesado en terminar su novela, porque él mismo intuye que no es del todo buena, por más que presuma de sus cualidades. Cuando aparece la otra joven huésped, Nadja, el ambiente se impregna de belleza, libertad, buen gusto, inteligencia, mientras los comportamientos de Leon van siendo más extraños y exasperantes: quejas, malhumor, pereza.
El pretendido escritor rehúye las idas a la playa y aprovecha los momentos de estar solo para comer, holgazanear o curiosear las pertenencias de Nadja. Una atracción ambigua hacia la bella joven se va posesionando de él; una atracción que nunca explicita, siempre reprime y lo tensiona. Luego, a los otros dos protagonistas, Nadja y Felix, se une Devid, el guardacostas de la playa, y juntos ríen, conviven, disfrutan. Intuimos que la novela escrita no llegará a buen fin, pero no sabemos a dónde se dirigirá la historia que estamos viendo.
El director alemán, Christian Petzold, une pocos y significativos elementos de la naturaleza para poner el terreno donde él apuesta que puede florecer la creación del arte y la literatura: sol, mar, bosque, silencios, convivencia amistosa. Nadja y Felix representan la mirada a los demás, al mundo exterior, a lo novedoso; Leon es la mirada egoísta, introvertida, cerrada, autosuficiente, de la que el cineasta no cree que pueda brotar algo para comunicar. El bloqueo del escritor en ciernes revela a un ser que aún no sabe cómo vivir y cómo aprovechar lo que la vida le regala todos los días, y mucho menos escribir sobre ella. Sus páginas siguen en blanco porque no se abre a que la vida sea la que escriba.
El punto de crisis llega cuando el novato escritor se entera de que Nadja es también una estudiante de posgrado en Literatura, que su modesto trabajo en el pueblo es sólo para ayudarse en el verano, y que se especializa en el poeta del romanticismo alemán Heinrich Heine (1797–1856). De él, la joven les recita una noche Los Asra, unos versos sobre aquellos que “mueren cuando aman”. Allí quizás haya que buscar las claves de esta película con una riqueza sutil de tonos, que van del humor al amor y a la tragedia, muy poco frecuente en el cine actual.1
Cielo rojo, de 2023, es una historia sobre el aquí y el ahora, sobre la novedad de cada momento, sobre el amor y la amistad, y sobre el modo en que el arte se nutre de elementos de la vida cotidiana y con frecuencia los recrea o los problematiza. Leon es un autoproclamado artista que se ha cerrado al mundo por decisiones equivocadas, pretendiendo agudizar sus habilidades de escritura y su sentido de la percepción. Él aparenta ser una persona que lo ha resuelto todo, pero que se impone convertirse en artista en lugar de dejar que la inspiración venga, se vaya y fluya. Todo lo que hace es reaccionario porque se niega a dejar que la experiencia se interponga en el camino de su presunción; porque se niega a darse cuenta de que ser desafiado o conmovido ayudará a su arte en lugar de obstaculizarlo.
Cielo rojo es una película que mantiene un sentido de humanidad, a pesar de los atributos de su personaje principal situado en un entorno en el que el mundo literalmente está quemándose a su alrededor mientras él no se enciende con nada. Es una película que pide al espectador tomar distancia de la perspectiva del protagonista —que nos va resultando antipático— para descubrir lo que se encuentra más allá de su alcance, aquello a lo que no había querido darle importancia, lo que los otros le enseñan. Por ello, resulta fascinante ver Cielo rojo. Son los desconcertantes riesgos estructurales de la película, su humor sobre el desorden y la confusión humana, y el golpe final sobre lo dramática que es a veces la naturaleza, lo que hace tan sutilmente emocionante y conmovedora la historia que cuenta: un escritor novato y pretencioso, obligado a deshacer todo para seguir adelante con lo que la vida le ha traído.
1. Luciano Monteagudo, “‘Cielo rojo’: los que mueren cuando aman” en Página | 12: La otra mirada sobre Argentina y el mundo, 14 de septiembre de 2023, https://www.pagina12.com.ar/587780-cielo-rojo-los-que-mueren-cuando-aman Consultado 29/x/2024.