Mirada calidoscópica a la violencia machista

José Miguel Tomasena*

Recepción: 6 de mayo de 2025

* Escritor, periodista y profesor universitario. Es autor de las siguientes novelas: El rastro de los cuerpos, Grijalbo, México, 2019; ¿Quién se acuerda del polvo de la casa de Hemingway?, Paraíso Perdido, México, 2018, y La caída de Cobra, Tusquets, México, 2016. www.jmtomasena.com

¿Por qué vivimos en una sociedad tan violenta? ¿Se puede escapar de la pulsión dialéctica de violentar/ser violentados? ¿De qué maneras reproducimos estas relaciones sociales? ¿Podemos salir de estas dinámicas que nos alcanzan aun cuando queremos escapar de ellas? Esta clase de preguntas me ha despertado Todo pueblo es cicatriz,1 la novela debut de Hiram Ruvalcaba (Zapotlán el Grande, 1988).

Dice Eduardo Antonio Parra en la cintilla promocional de esta novela que se trata de una “investigación narrativa”. La formulación me parece precisa, porque Ruvalcaba sondea, pregunta, problematiza en cada frase, pero no lo hace como un ensayista, un psicólogo social o un antropólogo, sino como un narrador. Quiero decir que lo hace contando historias. Lo hace con personajes, con acciones, con un lenguaje que busca la belleza. Y con una intención que trasciende las anécdotas y que es propia de la gran literatura: el deseo de entender.

Esta novela se estructura a través de tres historias principales que se trenzan, se ramifican. Sagrario, una vecina del narrador a quien en el vecindario no bajan de puta porque suele salir por la noche con varios hombres, es asesinada en la puerta de su casa. El narrador, que tiene entonces ocho años y que también se llama Hiram, escucha los disparos, vive la zozobra cuando su padre sale a la calle a investigar qué ha pasado y regresa con sangre en la ropa. La segunda historia es un relato contado por la prensa roja de Tlayolan, trasunto de Ciudad Guzmán: Rocío, madre de dos niños pequeños, es asesinada por su marido celoso y enterrada a medias en la sala de su propia casa; el hombre huye, abandona a los niños en un hotel. Finalmente, la historia de Antonio, tío del narrador, asesinado a la orilla de una carretera en las afueras de la ciudad y sobre quien inmediatamente cae la sospecha de que “en algo andaría”.

Estas tres historias son las que estructuran la investigación narrativa de Ruvalcaba, pero esta investigación va mucho más allá. Por las páginas de esta novela desfilan vecinos que se agarran a golpes a la menor provocación, rumores sobre sitios donde hay fosas y a los que nunca hay que ir, mujeres que maquinan la forma de vengarse de la amante de su marido, deudas económicas que se saldan a riñas violentas, jóvenes que se hicieron narcos, niños asustados que lloran en las madrugadas por los disparos, cadáveres que aparecen en los maizales, novios celosos que controlan a sus chicas, maridos celosos que controlan a sus esposas, hombres que matan a las mujeres.

Ruvalcaba es un experimentado y premiado cuentista. Ha publicado El espectador,2 Me negarás tres veces,3 La noche sin nombre,4 Padres sin hijos,5 De cerca nadie es normal6 y Los inocentes.7 También ha publicado el libro de crónicas Los niños del agua.8 Su oficio de cuentista se nota en esta novela: el lenguaje es preciso y expresivo, pleno en detalles que evocan, dicen sin decir; escenas que pueden leerse como pequeñas historias auto–conclusivas, diálogos que condensan los conflictos.

Todo pueblo es cicatriz puede leerse en la tradición literaria que busca narrar y explicar la violencia en la sociedad mexicana: desde el bandolerismo del sigo xix, con Manuel Payno y Los bandidos de Río Frío,9 la novela de la Revolución (Martín Luis Guzmán, Mariano Azuela), Juan Rulfo y Juan José Arreola —sobre los que hay referencias explícitas y guiños constantes en la novela–, hasta, más recientemente, Antonio Ortuño, Fernanda Melchor o Emiliano Monge. Particularmente, me interesa relacionarla con la literatura que trata los feminicidios y la violencia contra las mujeres: Huesos en el desierto10 de Sergio González Rodríguez —a quien se cita en el epígrafe inicial—, 266611 de Roberto Bolaño, El invencible verano de Liliana12 de Cristina Rivera Garza, Cometierra13 de Dolores Reyes o Chicas muertas14 de Selva Almada.

Lo llamativo es que —con la excepción de González Rodríguez— sean pocos los escritores varones que hayan abordado la violencia contra las mujeres y los feminicidios como un eje vertebrador de su literatura, y lo que es menos común es que los abordemos examinando nuestras propias violencias, los impulsos asesinos que llevamos dentro.

Hay dos pasajes ilustrativos. En uno de ellos el narrador confiesa un acto sádico que cometió en compañía de un grupo de amigos. No quiero revelar detalles, pero se trata de esos comportamientos que los varones difícilmente haríamos por cuenta propia pero que, en compañía de otros hombres, parecemos impulsados a hacer para demostrar lo hombres que somos —eso que Rita Segato ha llamado “el mandato de la masculinidad”—. El segundo momento es cuando el narrador reconoce en una situación con su pareja al feminicida que lleva dentro, ese impulso agresivo que nace de los celos, de la inseguridad, del deseo de control, de la resistencia a perder a su pareja…

Ruvalcaba se atreve a explorar las raíces subjetivas de esa violencia, el arraigo machista de estas formas de agresión, y produce un retrato complejo en el que la violencia se reproduce en múltiples niveles, desde la intimidad de una pareja hasta la complicidad político–criminal para asesinar, desaparecer, torturar.

Todo pueblo es cicatriz ofrece una mirada calidoscópica a la violencia en México. Evita explicaciones simplistas o parciales. No (sólo) es el crimen organizado. No (sólo) es el patriarcado. No (sólo) es el Estado. No (sólo) es la pulsión asesina que los varones llevamos dentro.

Es todo eso y mucho más.

  1. 1. Marcos Hiram Ruvalcaba Ordóñez, Todo pueblo es cicatriz, Random House, México, 2023.

  2. 2. Marcos Hiram Ruvalcaba Ordóñez, El espectador, PuertAbierta Editores, México, 2013.

  3. 3. Marcos Hiram Ruvalcaba Ordóñez, Me negarás tres veces, PuertAbierta Editores, México, 2013. Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela, 2016.

  4. 4. Marcos Hiram Ruvalcaba Ordóñez, La noche sin nombre, Secretaría de Cultura, México, 2018. Premio Nacional de Cuento Joven Comala, 2018.

  5. 5. Marcos Hiram Ruvalcaba Ordóñez, Padres sin hijos, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, 2021.

  6. 6. Marcos Hiram Ruvalcaba Ordóñez, De cerca nadie es normal, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, 2022.

  7. 7. Marcos Hiram Ruvalcaba Ordóñez, Los inocentes, Ediciones Era, México, 2025.

  8. 8. Marcos Hiram Ruvalcaba Ordóñez, Los niños del agua, Fondo de Cultura Económica, México, 2021.

  9. 9. Manuel Payno, Los bandidos de Río Frío, Porrúa, México, 2020.

  10. 10. Sergio González Rodríguez, Huesos en el desierto, Anagrama, Barcelona, 2002.

  11. 11. Roberto Bolaño Ávalos, 2666, Anagrama, Barcelona, 2004.

  12. 12. Cristina Rivera Garza, El invencible verano de Liliana, Literatura Random House, Barcelona, 2021.

  13. 13. Dolores Reyes, Cometierra, Sigilo, Buenos Aires, 2019.

  14. 14. Selva Almada, Chicas muertas, Random House, Buenos Aires, 2014.