Metanoia | Núm. 3 | Ensayo filosófico

Los contenidos teóricos en la interacción de la comunidad científica:
¿Una búsqueda de credibilidad o de capital simbólico?

Theoretical Content in the Scientific Community’s Interactions:
A Pursuit of Credibility or Symbolic Capital?

Óscar Fernando Carbajal Bautista*

Resumen. Carbajal Bautista, Óscar Fernando. Los contenidos teóricos en la interacción de la comunidad científica: ¿Una búsqueda de credibilidad o de capital simbólico? Este ensayo analiza una discrepancia central en la sociología de la ciencia sobre el papel del contenido teórico en la interacción de la comunidad científica. Se comparan las perspectivas de Bruno Latour y Steve Woolgar en Laboratory Life: The Construction of Scientific Facts y de Pierre Bourdieu en The Specificity of the Scientific Field and the Social Conditions of the Progress of the Reason. Latour y Woolgar sostienen que la búsqueda de credibilidad impulsa la dinámica científica, mientras que Bourdieu subraya el capital simbólico como criterio de legitimación del conocimiento. Ambos enfoques coinciden en que las relaciones sociales estructuran la práctica científica, pero difieren en el factor determinante de esas relaciones. El ensayo no sólo expone estas diferencias, sino que también propone un análisis crítico de sus implicaciones teóricas y metodológicas en el estudio de la producción científica.

Palabras clave:

credibilidad, ciencia, autoridad, legitimidad, capital.

Abstract. Carbajal Bautista, Óscar Fernando. Theoretical Content in the Scientific Community’s Interactions: A Pursuit of Credibility or Symbolic Capital? This essay analyzes a key discrepancy in the sociology of science regarding the role of theoretical content in the scientific community’s interactions. A comparison is made between the perspective of Bruno Latour and Steve Woolgar in Laboratory Life: The Construction of Scientific Facts, and that of Pierre Bourdieu in The Specificity of the Scientific Field and the Social Conditions of the Progress of Reason. Latour and Woolgar contend that the pursuit of credibility drives the scientific dynamic, while Bourdieu highlights symbolic capital as the criterion for legitimizing knowledge. Both approaches agree that social relations structure scientific practice, but they diverge with respect to the determining factor in these relations. The essay does not only lay out these differences, but also proposes a critical analysis of their theoretical and methodological implications for studying scientific production.

Keywords:
credibility, science, authority, legitimacy, capital.

Foto: Hybrid_graphics, Depositphotos

* Estudiante de la Maestría en Estudios Filosóficos, Universidad de Guadalajara (udg). Correo institucional: oscar.carbajal4959@alumnos.udg.mx

Introducción

En este ensayo trataré de explicar la discrepancia en una cuestión particular de la sociología de la ciencia. A saber, la función que cumple el contenido teórico dentro de la interacción de la comunidad científica según Bruno Latour y Steve Woolgar, en contraste con Pierre Bourdieu. Mi objetivo será exponer ambas posturas y desarrollar un comentario crítico sobre este aspecto.

Comenzaré en primer lugar con la postura de Bruno Latour y Steve Woolgar en su libro Laboratory Life. The Construction of Scientific Facts para obtener una idea clara de los elementos involucrados dentro del proceso de credibilidad de los contenidos científicos. De igual modo, abordaré la posición de Pierre Bourdieu en su texto The Specificity of the Scientific Field and the Social Conditions of the Progress of the Reason, en el que presenta una postura diferente a la de Latour y Woolgar, aunque no por ello contraria del todo.

La relevancia de la credibilidad está vinculada con la perspectiva sociológica de la ciencia de Latour. Tanto él como Bourdieu concuerdan en que las relaciones sociales constituyen la comunidad científica, pero difieren sobre la causa principal que lleva a esas relaciones a conformarse alrededor de los contenidos teóricos. Para Latour, el eje central de la relación entre actores son sus propios intereses científicos, es decir, sus propios temas, hipótesis y problemas de investigación; en otras palabras, lo que es atractivo en la búsqueda de credibilidad. Para Bourdieu, los intereses de los científicos van más allá de los contenidos teóricos y logran trascenderlos en cierta figura de autoridad, que establece los lineamientos para la legitimación científica.

El círculo de la credibilidad

En su texto Laboratory Life. The Construction of Scientific Facts Latour y Woolgar buscan averiguar si la recompensa es en realidad lo que motiva la actividad científica. Así, encuentran que el círculo de credibilidad da cuenta de los intereses dentro del proceso de transformación del crédito que recibe un científico por parte de otro. Ambos autores consideran que la cuestión de la recompensa es marginal. Al respecto, dicen Latour y Woolgar:

Los científicos se interesan los unos por los otros no porque estén obligados por un sistema especial de normas a reconocer los logros de los demás, sino porque cada uno necesita al otro para aumentar su propia producción de información fiable.1

Por lo tanto, lo que dirige a la comunidad científica es la búsqueda de información fiable. De acuerdo con Latour y Woolgar, la información fiable es aquella afirmación o enunciado que, a través de un proceso de construcción social y material, ha logrado acumular suficiente respaldo de pruebas, instrumentos, métodos y consenso entre actores relevantes para circular y utilizarse como base para nuevas investigaciones sin ser constantemente cuestionada. La credibilidad de esta información no depende únicamente de su correspondencia con la realidad, sino de su capacidad de estabilizarse dentro de la red de relaciones científicas.

Para obtener credibilidad, la información primero requiere de ciertos recursos. En Laboratory Life Latour y Woolgar señalan que el enunciado o la teoría es inicialmente una controversia, pero conforme adquiere suficiente respaldo de actores mediante pruebas, instrumentos y referencias, que son condiciones materiales de los experimentos y reportes, los científicos pueden considerar un logro seguro.

Las comunidades científicas están motivadas por el crédito, por tanto, están obligadas a usar métodos por medio de los cuales, según el consenso, las normas institucionales o los procedimientos puedan producir datos fiables. Por tanto, la credibilidad no designa la verdad intrínseca de un enunciado, pero sí su capacidad de estabilizarse como “hecho” o como prefiere nombrarlo Latour: “caja negra” en la práctica científica.

Ahora bien, en contraste con algunos de los conceptos tradicionales de la epistemología, ¿qué relaciones guarda la credibilidad con la racionalidad? La credibilidad no garantiza que un enunciado sea “lógicamente racional”. Sin embargo, la racionalidad es uno de los criterios que pueden ayudar a convencer a los actores que cierto enunciado es creíble. De igual forma, tomando en cuenta que producir juicios coherentes, consistentes y lógicamente justificables es algo deseable en toda práctica científica, puede considerarse motivo de crédito para un actor.

En relación con otros conceptos, como adecuación a la evidencia o verdad, podría decirse que la credibilidad está estrechamente ligada a ella. Según Latour, la evidencia es uno de los requisitos por lo cuales un actor obtiene crédito, ya que, mediante la evidencia, los datos, observaciones o experimentos quedan ante la comunidad “confirmados”, digamos, hasta nuevo aviso. Pero la evidencia no es lo “autoevidente” o aquello que se presente de manera clara y distinta. La evidencia no es un “reflejo” de los datos empíricos, sino un el efecto del registro y el método de presentación que sigue al experimento.

Por tanto, los enunciados no reflejan una evidencia, entendida ésta como aprehensión de lo real o de la esencia, sino más bien reflejan un modelo aceptado de presentación de datos. Si los datos son aceptados los científicos pueden “inscribirlos a su programa”, pero no en el sentido de defender la información mediante justificaciones sobre por qué tal o cual enunciado es verdadero. Lo que importa, según Latour y Woolgar, es que ese enunciado pueda interpretarse como un aliado, es decir, como un efecto de la suma de las acciones y los trabajos en colaboración de los miembros relevantes.

Según Latour, cuando la comunidad científica reconoce como creíble cierto producto coloca en tal producto un valor. Con esto, la contribución merecerá la obtención de becas o apoyos a partir de los cuales podría obtenerse mejor equipo tecnológico y seguir aumentando su credibilidad. Existe, por tanto, una preocupación en todo proceso de investigación con respecto a la forma de obtención de ciertos datos, ya que hacer referencia a ellos implica hacer argumentos de su uso o utilidad; es decir, otorga determinado crédito al trabajo de otros. Esto conduce a que finalmente haya una confianza colectiva en la producción científica y una colaboración para aumentar su credibilidad, lo que permite obtener mayores apoyos económicos. Esto representa a grandes rasgos el círculo de credibilidad.

Sin embargo, el factor pertinente para una completa descripción de este círculo encuéntrese en la producción del valor de la información. De acuerdo con Latour y Woolgar, ni Hagstrom ni Bourdieu logran dar cuenta completamente de la producción del valor, a pesar de sus explicaciones sobre la repartición del crédito entre científicos.2

Bourdieu considera que el punto de partida del desarrollo de las comunidades científicas es, sobre todo, la búsqueda de acumulación de capital simbólico. De este modo, tiende a restarle importancia a la cuestión de por qué una comunidad científica logra conformarse alrededor de un área de estudio, ya que asume que esta reunión depende solamente de la búsqueda por la maximización de capital, es decir, la acumulación de información para lograr convertir al científico o a la comunidad en una autoridad científica. Su estudio, por tanto, describe una estrategia de empresarios y no la actividad de la comunidad científica.

En el caso de Latour y Woolgar, es la fluctuación de los científicos lo que crea las condiciones del mercado y no viceversa. En todo caso, según el punto de vista de ambos autores, los científicos, más que empresarios, son concesionarios de credibilidad que generan cierta demanda de información, con la cual puedan incrementar su inscripción a programas y proyectos de investigación. De modo que son justamente la demanda y los suministros lo que les permite producir información creíble, lo que bien puede traducirse como producción de valor en la comunidad científica.

Por ello, más que importar la estrategia mercadológica para apropiarse de capital simbólico, lo que importa es el tipo de problema de interés, las colaboraciones, el cambio y la crítica a ciertas hipótesis. Paloma García explica este círculo como parte del modelo competitivo que interesa a los estudios de la ciencia y lo retoma para explicar la formación de la caja negra como metáfora de una teoría o hallazgo científico:

Para ello es preciso perfeccionar continuamente las técnicas, desarrollar nuevos instrumentos y, fundamentalmente, ‘convencer’ a las instancias pertinentes, bien sean científicas industriales, estatales o empresariales, de la validez, consistencia y necesidad de aceptar los resultados a los que se ha llegado. Se trata, según Latour, de vencer a todos los grupos de investigación ‘disidentes’ de las ideas, los métodos y los resultados convirtiendo las hipótesis de partida en hechos científicos sólidos, de aceptación general. Cuando los resultados de una investigación se vuelven incontrovertibles, los hechos científicos se convierten en ‘cajas negras’.3

El concepto de caja negra logra ilustrar uno de los puntos centrales en esta discusión. Esta categoría aparece en la obra de Latour Ciencia en acción. Cómo seguir a los científicos e ingenieros a través de la sociedad y muestra cómo a través de la credibilidad de los contenidos científicos ocurre el cierre y la apertura de cajas negras. El cierre hace alusión al momento en que ciertas hipótesis científicas son consideradas indiscutibles, es decir, que adquieren un grado de normatividad debido a todo el proceso subyacente de producción.

De acuerdo con Latour y Woolgar, con la publicación de artículos ciertas teorías dejan de ser ficciones y pasan a convertirse en hechos cuando se les ubica en un contexto o red externa a los que inicialmente expresaron algo al respecto. Debemos tomar en cuenta que el término ficción tiene un uso particular aquí, ya que Latour y Woolgar no se refieren a un enunciado falso o una representación que no corresponde con la realidad, sino a explicaciones construidas históricamente.

El caso que utiliza Latour para explicar cómo se constituye una teoría en hecho es el caso de la secreción tirotropina (tsh). En 1962 existían 25 artículos que, desde un paradigma fisiológico, discutían sobre la existencia de esta secreción en el hipotálamo. Sin embargo, la serie de discusiones y desaprobaciones de los bioensayos realizados por Schibuzawa y Schreiber sirvieron para que nuevos estudios de Guillemin y Schally sobre la liberación de la sustancia determinasen en 1969 una cadena de tres aminoácidos denominado por la comunidad como trf que consideraba con exactitud la secuencia de la secreción.

Las nuevas reglas introducidas desde la endocrinología permitieron aceptar un concepto distinto que no habla del mismo objeto (porque técnicamente son secreciones distintas, aunque interrelacionadas), y que explica el proceso que tiempo atrás hubiese podido ser considerado si hubiese un cambio de perspectiva en el paradigma científico de esa época. Esta metamorfosis de la teoría está construida por los cambios en la red de actores que intervienen en ella.

Por contenido teórico entendemos aquí una construcción conceptual que cumple en la práctica científica la función de organizar la explicación y orientar la investigación dentro de marcos de referencia específicos. El término lo asociamos con Thomas S. Kuhn en La estructura de las revoluciones científicas y su concepto de paradigma, ya que cuando hablamos de lo que es “normal” en ciencia, sin lugar a duda nos referimos a lo que es aceptado en las prácticas de la ciencia. Los contenidos teóricos proporcionan modelos compartidos por otros en cuanto a los términos de uso, aplicación e instrumentación.4

Por otro lado, los contenidos teóricos poseen una dimensión social que depende de su circulación y validación en dinámicas comunitarias. Pueden interpretarse éstos como recursos estratégicos en la lucha por el capital simbólico dentro del campo científico, o como “inscripciones” que adquieren fuerza por la red de actores que logran movilizar.

En el segundo caso es cómo interpretan Latour y Woolgar los contenidos teóricos. Abrir la caja negra involucra señalar elementos complementarios y aspectos faltantes en la explicación de tal teoría o descubrimiento. No obstante, lo que deja ver la apertura de la caja negra son en realidad las condiciones de intentos de descubrir el error y de desacreditar una teoría o ingresarse a cierta disputa científica. Como dice Latour:

Podríamos revisar todas las opiniones dadas para explicar por qué se cierra una controversia abierta, pero siempre tropezaríamos con una nueva controversia acerca de cómo y por qué se cerró. Tendremos que aprender a vivir con dos voces contradictorias que hablan simultáneamente, una sobre la ciencia en proceso de elaboración, la otra sobre la ciencia elaborada. La última produce frases como ‘haz esto… haz aquello…’, y las máquinas están suficientemente bien determinadas. El derecho considera que los hechos y las máquinas, en proceso de elaboración, están siempre infradeterminados. Siempre se olvida alguna cosita al cerrar de una vez por todas la caja negra.5

Hasta este punto he explicado a grandes rasgos lo que para Latour y Woolgar significa el círculo de la credibilidad de los contenidos teóricos. Básicamente, su teoría comprende una posición socio–filosófica que intenta recuperar la importancia del acuerdo de la comunidad científica, pero sin recurrir a la dicotomía moderna de sujeto/objeto. Según Javier Gutiérrez, que cita a Isabelle Stengers e Ilya Prigogine, Latour ofrece algunas nociones que ayudan a comprender el estar en el mundo de la ciencia en nuestra época; un modelo de actores–red, cuyo objetivo no es llegar a un conocimiento exacto del objeto de estudio, aunque sí una idea cercana al proceso de comprensión a través de la interconexión de información creíble, que conduzca a la comunidad a hacer posibles mejores referencias.

El capital simbólico

Pasaré ahora a explicar brevemente la postura de Bourdieu de acuerdo con dos de sus textos: The Specificity of the Scientific Field and the Social Conditions of the Progress of the Reason y El oficio de científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad. Uno de los puntos principales a señalar en su perspectiva es el presupuesto del campo de la ciencia, a saber, una lucha competitiva en la que el objetivo es ganar la autoridad científica. Esta noción también “[…] pone el acento sobre las estructuras que orientan las prácticas científicas”.6

Por autoridad científica Bourdieu entiende la capacidad de técnica y de poder social, que posibilitan actuar y hablar legítimamente con respecto a cuestiones científicas. Por tanto, aquellos mecanismos que legitiman la práctica científica conforman el campo científico. De este modo, la epistemología no podría en todo caso separarse de la política, pues el interés científico siempre muestra ambos lados en tanto que las relaciones sociales son las que establecen los mecanismos de trabajo del campo científico.

De acuerdo con Bourdieu, conocer es una práctica que nos habitúa al reconocimiento de ciertas estructuras. La ciencia, como toda institución, distingue las regiones, los campos y las actividades que establecen y enseñan esquemas de sus prácticas y objetos. En todo caso, lo que tenemos con la ciencia es discontinuidad de la sucesión temporal de las prácticas, lo que permite prever una muestra de la eficacia científica. Las prácticas deben ser neutralizadas, y para eso se requiere de un “interrogatorio” que pone entre paréntesis el funcionamiento de las prácticas en sus campos. Bourdieu lo llama instrumentos de eternización.

Además de desarrollar mediante prácticas habituales la acumulación y la seriación de productos en situaciones concretas, la ciencia, mediante el otorgamiento de un privilegio de totalización, asegura el análisis y las capacidades de desciframiento de la realidad. Para explicar mejor este último aspecto recupero la siguiente cita, en la que Bourdieu señala lo que ocurre con la tendencia del investigador al ver un problema que abordaron científicos poseedores de legitimidad:

Así, la tendencia del investigador a concentrarse en aquellos problemas considerados más importantes (por ejemplo, porque han sido constituidos como tales por productores dotados de un alto grado de legitimidad) se explica por el hecho de que una aportación o descubrimiento relacionado con esas cuestiones tenderá a reportar un mayor beneficio simbólico. La intensa competencia que se desencadena entonces es susceptible de provocar una caída de las tasas medias de beneficio simbólico y, por tanto, la salida de una parte de los investigadores hacia otros objetos menos prestigiosos, pero en torno a los cuales la competencia es menos intensa, de modo que ofrecen beneficios al menos importantes.7

La relación entre la parte política y la epistemológica de la investigación se ve reflejada en la búsqueda por el capital simbólico por parte del científico. Según Bourdieu, la legitimidad y la autoridad sólo las obtiene quien recibe la evaluación aprobadora de otros competidores, es decir, lo clientes de los productos científicos.

La lucha por el monopolio de la autoridad científica conduce a que los principales clientes e inversores dentro del campo de la ciencia compitan interesadamente por el capital simbólico de la investigación científica. En tanto que la autoridad puede acumularse o transmitirse, los científicos fuerzan la obtención del reconocimiento de su producto de la manera que sea posible. Aquí, el único valor asequible, por tanto, es el capital social; esto es, la legitimidad del producto, a partir de la cual el agente productor obtendrá autoridad social.

Desde este punto de vista el contenido teórico representa un poder simbólico, captado por emblemas y signos de la razón técnica. La razón técnica puede entenderse como la legitimación que presentan ciertas prácticas, decisiones o innovaciones como si fueran el resultado de una lógica puramente instrumental y neutral, centrada en la eficacia de los medios, cuando en realidad están inscritas en contextos sociales, políticos y simbólicos. Por ejemplo, la capacidad del médico se distingue por su bata que se refleja como insignia.8 En el caso de los contenidos teóricos, vemos que, mediante la razón técnica, desde la perspectiva de Bourdieu, éstos se manifiestan como eficaces, coherentes, neutrales, infalibles, etcétera.

De esta manera la neutralización de contenido teórico es determinada por la estructura social que se yuxtapone en la simultaneidad con que se llevan a cabo las técnicas, los registros y los análisis. En contraste con la perspectiva de Latour y Woolgar sobre la credibilidad, la lucha por la legitimidad en el campo científico descrita por Bourdieu atraviesa dimensiones más allá del producto científico. La legitimidad está fuera del texto, radica sobre todo en la posición institucional, como bien lo señala Paloma García:

Por posición en el campo científico, Bourdieu entiende: prestigio, orden institucional, formación de los investigadores, etc. En la terminología de este sociólogo francés todos los campos científicos son campos de fuerzas que trata de obtener un capital simbólico que consiste en el conocimiento de un grupo de investigación, un científico, o un laboratorio y en el reconocimiento (social) de tal conocimiento. El capital de la ciencia es simbólico para Bourdieu, mientras que para los socios–filósofos [a saber, Latour y Woolgar] se reduce a datos que circulan en textos. Bourdieu achaca a Latour y Woolgar una posición que se encarga sólo de describir las prácticas científicas que parecen encaminadas a abrirse brecha en unos terrenos de competencia y lucha por el reconocimiento.9

Podría decirse que Bourdieu comprende lo que en la teoría del actor–red está desdibujado; los resultados científicos no reflejan el proceso de consagración–universalización. Es decir, lo que leemos en los artículos como contenido teórico se inició en un contexto social precientífico, pero no precapitalista, como lo supone Latour. De este modo, a la aplicación de recursos económicos para la obtención de datos y artículos para mayor credibilidad subyace la dependencia de cierta lógica de mercado.

Para Latour, la única función que debe cumplir el contenido teórico es conseguir la credibilidad y el reconocimiento de la comunidad científica. En cambio, Bourdieu considera que esta observación es limitada en relación con una realidad social. En su opinión, el científico siempre elimina las huellas de su trabajo. Esto hace que se pierdan las etapas intermedias en las negociaciones y maquinaciones que hacen posibles los contenidos teóricos finales. El sociólogo debe, por tanto, observar todos los supuestos, creencias y condiciones que hay detrás de la producción. Por ejemplo, la condición privilegiada de una ciencia sobre otras, en la medida en que esto afecta al potencial capital simbólico que recibirán algunas ideas en relación con otras. De este modo, los contenidos teóricos dependen de la preponderancia de jerarquías dentro de la opinión científica para ser admitidos, es decir, su grado de capital simbólico.

Así, es comprensible por qué, a diferencia de Latour y Woolgar, la tesis de Bourdieu no considera que la producción científica se dé entre iguales y que el uso de citas produzca el cambio de estatus de un hecho o ficción.

[…] uno de los principios de la especificidad del campo científico reside en el hecho de que los competidores deben hacer algo más que distinguirse de sus precursores ya reconocidos; si no quieren quedar rezagados y ‘superados’, deben integrar el trabajo de sus predecesores y rivales en una construcción distinta y distintiva que los trascienda.10

En el caso de Bourdieu, la recuperación de citas cumple una función distinta: no se reduce a reforzar el valor de una obra citada, sino que responde a la intención de preservar y legitimar de una forma específica el pensamiento dentro del campo científico. Ahora bien, este objetivo se alcanza en la medida en que el científico interviene en la definición legítima de lo que cuenta como ciencia en esa área de intervención. Con esto el científico asegura su posición y el reconocimiento de su capital simbólico frente a otros agentes del campo. En contraste, para Latour las citas no operan principalmente como recursos de legitimación simbólica, sino como inscripciones que fortalecen la red sociotécnica al dar solidez y credibilidad a los enunciados.

Comentario crítico

Una vez señalada la diferencia de perspectivas en torno a la función de los contenidos teóricos en la interacción de la comunidad científica, es posible señalar un comentario con respecto al tema trabajado en este ensayo. Tanto en Latour y Woolgar como en Bourdieu la ciencia no puede dejar de tener una base colectiva para beneficio de sus contenidos teóricos, y esta base colectiva puede convertirse en fundamento de la sociología del conocimiento.

Bourdieu describe una familiarización de contenidos teóricos. Esta característica es primordial en la comunidad científica, ya que a través de ella tienen lugar los diferentes problemas, métodos y soluciones en la práctica científica. Pero también ella misma es la evidencia sobre los mecanismos de selección que institucionalmente reconoce la comunidad científica.11

En el caso de Latour en One More Turn After the Social Turn tenemos la teoría de la vinculación entre actores–red, los cuales otorgan reconocimiento a los contenidos teóricos a través de la producción de otros científicos. La teoría responde a la búsqueda por salir de la vieja dicotomía de explicación entre sujeto/objeto dentro de la filosofía de la ciencia.12 La figura de quasi object, u objetos híbridos, representa cómo los contenidos teóricos no comparten una dimensión ni estrictamente subjetiva ni estrictamente objetiva, sino que son descritos en un constante devenir histórico de la distribución de sus portavoces o actuantes.13

Parece claro que, independientemente de las razones que ambos pensadores tengan para explicar de qué manera los contenidos teóricos están sujetos a una base colectiva, el fundamento que ambos señalan encamina al investigador en sociología del conocimiento sobre algunas particularidades que podrían ceñirse al área de estudio de esta disciplina, cada vez más consolidada.

El valor epistémico de la intersubjetividad podría abonar a esta discusión, como fundamento de la sociología del conocimiento. En tal caso encontraríamos la postura de Helen Longino en su obra Science as Social Knowledge. Values and Objectivity in Scientific Inquiry muy cercana a la cuestión aquí discutida, ya que para ella las disciplinas científicas puede leerse como empresas sociales en las que los miembros dependen unos de otros en una red de comunidades que valoran sus prácticas.14

No es, por tanto, extraño ni fuera del sentido común ahondar en la cuestión de cómo el contenido teórico es producido y acreditado; en otras palabras, investigar su función dentro de la comunidad científica, ya que de ello dependen justamente las decisiones en torno a lo que es publicado, financiado y reconocido como conocimiento.

Las propuestas epistemológicas de Thomas Kuhn y Helen Longino coinciden en destacar que lo epistémico y lo social no pueden separarse, pues para que el marco de referencia adquiera validez depende tanto de los conceptos como de las prácticas colectivas que lo sostienen. Por tanto, la validez de los contenidos teóricos no puede entenderse con criterios universales o atemporales, sino que depende de la aceptación de los métodos dentro de un paradigma compartido.

El problema de la validez del conocimiento quedará restringido a la comunidad científica que considera ciertos problemas, métodos y soluciones legítimos dentro del marco del paradigma vigente. Esto no contradice a Longino, quien enfatiza la importancia de la interacción crítica y los valores compartidos dentro de la comunidad científica. La validez se construye socialmente a través del escrutinio colectivo, la crítica argumentativa y la diversidad de perspectivas, lo que permite que los contenidos teóricos sean robustos y objetivamente defendibles sin necesidad de apelar a una neutralidad absoluta. De este modo, la validez no será un atributo inherente a los contenidos, sino al resultado de procesos intersubjetivos, lo que permite establecer una idea de ciencia como una empresa social, cuya legitimidad se basa en redes de interacción, reconocimiento y evaluación mutua.

Fuentes documentales

Bourdieu, Pierre, “The Specificity of the Scientific Field and the Social Conditions of the Progress of the Reason”, en Mario Biagioli, The Science Studies Reader, Routledge, Nueva York, 1999, pp. 31–51.

___________, El oficio de científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad, Anagrama, Barcelona, 2003.

___________, El sentido práctico. Siglo xxi editores, Argentina, 2007.

Espuny Gutiérrez–Solana, Francisco Javier, “Bruno Latour, los estudios de la ciencia y la comprensión” en A Parte Rei: revista de filosofía, N° 22, Madrid, 2002, pp. 1–16.

García, Paloma, Bruno Latour y los límites de la descripción en el estudio de la ciencia, Universidad de Granada, Granada, 2007.

Kuhn, Thomas S., La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica, Breviarios, México, 1995.

Latour, Bruno, Ciencia en acción. Cómo seguir a los científicos e ingenieros a través de la sociedad, Labor, Barcelona, 1992.

___________, “One More Turn After the Social Turn” en Mario Biagioli, The Science Studies Reader, Routledge, Nueva York, 1999, pp. 258–276.

Latour, Bruno y Woolgar, Steve, Laboratory Life. The Construction of Scientific Facts, Princeton University Press, Nueva Jersey, 1986.

Longino, Helen, Science as Social Knowledge. Values and Objectivity in Scientific Inquiry, Princeton University Press, Nueva Jersey, 1990.

Stengers, Isabelle y Prigogine, Ilya, La nueva alianza – Metamorfosis de la ciencia, Alianza Universal, Madrid, 1994.


  1. 1 Bruno Latour y Steve Woolgar, Laboratory Life. The Construction of Scientific Facts, Princeton University Press, Nueva Jersey, 1986, pp. 202–203. Traducción personal.

  2. 2 Ibidem, p.207. Traducción personal.

  3. 3 Paloma García, Bruno Latour y los límites de la descripción en el estudio de la ciencia, Universidad de Granada, Granada, 2007, pp. 254–255.

  4. 4 Thomas S. Kuhn. La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica, Breviarios, México, 1995, p.34.

  5. 5 Bruno Latour, Ciencia en acción. Cómo seguir a los científicos e ingenieros a través de la sociedad, Labor, Barcelona, 1992, p.13.

  6. 6 Pierre Bourdieu, El oficio de científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad, Anagrama, Barcelona, 2003, p.63.

  7. 7 Pierre Bourdieu, “The Specificity of the Scientific Field and the Social Conditions of the Progress of the Reason”, en Mario Biagioli, The Science Studies Reader, Routledge, Nueva York, 1999, p.33.

  8. 8 Ibidem, p.32.

  9. 9 Paloma García, Bruno Latour y los límites…, p.257.

  10. 10 Bruno Latour y Steve Woolgar, Laboratory Life…, p.34.

  11. 11 Ibidem, p.41.

  12. 12 Bruno Latour, “One More Turn After the Social Turn” en Mario Biagioli, The Science Studies Reader, Routledge, Nueva York, 1999, p.284.

  13. 13 Idem.

  14. 14 Helen Longino, Science as Social Knowledge. Values and Objectivity in Scientific Inquiry, Princeton University Press, Nueva Jersey, 1990, p.67.